El medicamento, desde sus comienzos en sus formas rudimentarias y poco elaboradas en relación a lo que actualmente tenemos, siempre ha cumplido un papel muy importante dentro de la terapia y el tratamiento de problemas y enfermedades que aquejaban a las personas. Siempre se ha sabido que no son sustancias inocuas, pero que utilizadas adecuadamente podían generar un bien mayor que el daño posible que podían causar. Sin embargo, también se sabía que muchas plantas y hierbas que se utilizaban con un fin terapéutico podían generar algún daño en el organismo que podría ser muy severo dado el mal uso que se le daba.
Hoy en día no es la situación no es diferente a lo que se acaba de mencionar. Se generan medicamentos, y se invierte en investigación para poder encontrar nuevos medicamentos, con el fin de poder generar los mejores efectos terapéuticos que se pueda, y además buscando no generar un daño que supere al beneficio que la terapia con ese medicamento pudiera generar.
Todo médico sabe muy bien que el uso de cualquier medicamento tiene riesgos asociados en una terapia determinada, sin embargo, en la recomendación del empleo de un medicamento en vez de otro para la terapia del paciente, el médico está considerando y responsabilizándose por el costo y el beneficio que ese tratamiento pudiera conllevar.
Los medicamentos son sustancias químicas como tales, y como sustancias químicas que son, pueden reaccionar químicamente con otras sustancias y/o moléculas, provocando daño o beneficio después de haber generado dicha reacción química. La función de un medicamento es la de alterar el funcionamiento del organismo, y eso es algo que debe ser informado tanto a los médicos como al mismo paciente. El solo hecho de que una sustancia tenga la capacidad de poder alterar el normal funcionamiento del organismo, a cualquier nivel, ya en sí significa un riesgo a considerar, y ¿porque puede significar un riesgo a considerar?, porque si una sustancia química tiene la capacidad de poder alterar el funcionamiento de un individuo, en una persona enferma esa modificación puede ser beneficiosa, ¿pero sería beneficiosa en personas sanas?, cuando el medicamento altera el funcionamiento del sistema, hay que tener en claro que el medicamento es una sustancia, no un ente o ser vivo pensante, por ende, el efecto que produce su naturaleza terapéutica, no tan solo va a afectar a la zona que se pretende corregir para que retome su normal funcionamiento, sino que va a ejercer su misma acción terapéutica en todo el cuerpo, incluyendo partes sanas de nuestro cuerpo, y es ahí donde hay que tener precaución.
Un claro ejemplo de lo dicho hasta aquí lo representan los medicamentos conocidos como analgésicos, en donde entran medicamentos como la “aspirina”, el paracetamol, ibuprofeno, diclofenaco, dipirona, ergotamina (principio activo del cefalmin), que son medicamentos de venta libre, y de uso muy común por la población. No es necesario decir a cabalidad para que se utilizan, dado que muchas personas los utilizan para el dolor de cabeza, dolores musculares, inflamación y fiebre. Sin embargo, muchas personas desconocen que daños se les puede generar por el abuso de estos medicamentos, como puede ser la irritación gástrica, gastritis, ulceras gástricas, y eso es solo a modo general, analizando los casos particulares de cada medicamento, encontramos que una sobredosis no muy alta de paracetamol puede generar una insuficiencia hepática crónica, la “aspirina” cuyo principio activo es el ácido Acetilsalicílico puede generar arritmias cardiacas (los hipertensos sienten molestias en el pecho cuando consumen este medicamento para aliviar sus dolores de cabeza), y es completamente contraindicado a los hipertensos debido a que genera un aumento en el gasto cardíaco (hace que el corazón trabaje más de lo normal), la ergotamina es utilizada como Antijaquecoso, genera dependencia la cual se expresa con recurrentes dolores de cabeza (cefaleas), las cuales se alivian con la ingestión de nuevas dosis de ergotamina las cuales para poder obtener un mayor alivio requiere de un aumento gradual en su consumo.
Este caso de la ergotamina en particular, es un caso muy común hoy en día, y el problema más grande que existe de por medio, es que las constantes cefaleas producidas por la dependencia causada por esta droga, es que los pacientes no se atreven a suspender o cambiar el tratamiento por la desconfianza de que el nuevo tratamiento no pueda aliviarle sus constantes dolores de cabeza.
Antihistamínicos como la clorfenamina, difenhidramina, noscapina, loratadina, son medicamentos que no deben ser administrados a personas con problemas de asma, dado que afectan directamente algunos centros específicos en los pulmones, y eso gatilla en molestias respiratorias e incluso ataques de asma. Aunque ahora existen antihistamínicos que se les denomina de cuarta generación (esa es una denominación virtual), que tienen estos problemas muy disminuidos y que si pueden ser aplicados en asmáticos. El problema de la población, es que esta no es información que manejan de manera cotidiana, y es esa desinformación la que puede jugar en contra de ellos mismos.
Los medicamentos también pueden tener interacciones, como se dijo anteriormente, las interacciones medicamentosas se refieren a el efecto o alteración en el efecto que va a tener un medicamento cuando se administra en conjunto con otro medicamento. Este tema de interacciones medicamentosas, es materia que los químicos farmacéuticos manejan muy bien, sin embargo, los médicos no conocen a cabalidad esta materia, debido a que no es un tema que les interese mayormente. Por ejemplo, un hecho claro de interacción medicamentosa, se puede apreciar cuando aplicamos en conjunto ibuprofeno con paracetamol (por ejemplo), el alivio que se produce es más marcado, más rápido, y más sostenido que la aplicación de cada uno por separado. Pero este efecto también tiene sus consecuencias, dado que la administración en conjunto de estos dos medicamentos también eleva la concentración plasmática de estos medicamentos (o sea la cantidad de medicamento que se encuentra disponible en la sangre), pero aumentando la concentración de cada uno por separado, esto, puede lograr elevar la concentración de cada uno de los fármacos en la sangre a niveles que pueden ser tóxicos, y si el nivel toxico se mantiene y renueva a lo largo del tiempo (administrando nuevamente este coctel de medicamentos), este nivel toxico puede generar daños gradualmente mayores, hasta que el organismo ya no sea capaz de mantenerse por sí mismo, y eso se exprese de alguna manera (desmayos, dolores, molestias, etc.).
El paracetamol es un ejemplo muy común y muy citado por los farmacéuticos, dado que es el caso más común de intoxicación que se presenta en los hospitales. Una intoxicación por paracetamol puede provocar la muerte del individuo, y tan solo se requiere consumir más de 5 comprimidos de paracetamol para generar daños en el hígado. La recomendación profesional indica que el consumo de paracetamol no debería superar los 2 gramos diarios (cuatro comprimidos), divididos en cuatro dosis separadas por un periodo de tiempo regular (cada 8 horas), además se recomienda que su uso no sea por un tiempo muy prolongado, para evitar precisamente los daños que puede producir al sistema gástrico además de los daños hepáticos que puede causar.
Cabe señalar que también existen interacciones que anulan los efectos terapéuticos de ambos medicamentos, como es el caso de la administración en conjunto de Ketoprofeno con Diclofenaco, ambos son medicamentos antiinflamatorios, analgésicos, y sirven para bajar la fiebre clasificación que se denomina como antifebril o antipirético. Sin embargo, el efecto cuando se aplican en conjunto en vez de potenciar estas propiedades terapéuticas, se ven drásticamente disminuidas, pero por otro lado, no disminuye su efecto toxico.
Así como estos ejemplos citados, existen muchos otros ejemplos de interacciones, para los cuales el químico farmacéutico como profesional del medicamento, se encuentra claramente capacitado, para dar asesoría, y recomendaciones para su correcto uso y aplicación.
Por esto mismo, cuando tenga dudas respecto a los medicamentos o sus usos terapeuticos, siempre consulte a su Quimico Farmaceutico.
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